domingo, 16 de diciembre de 2007

domingo, 9 de diciembre de 2007

Décima Lectura LOS POCILLOS

Los Pocillos

Los pocillos eran seis: dos rojos, dos negros, dos verdes, y además importados, irrompibles, modernos. Habían llegado como regalo de Enriqueta, en el último cumpleaños de Mariana, y desde ese día el comentario de cajón había sido que podía combinarse la taza de un color con el platillo de otro. "Negro con rojo queda fenomenal", había sido el consejo estético de Enriqueta. Pero Mariana, en un discreto rasgo de independencia, había decidido que cada pocillo sería usado con su plato del mismo color.

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lunes, 3 de diciembre de 2007

Tarea

Frase clave: "Yo agaché la cabeza".
Sobre El llano en llamas, de Juan Rulfo



El viaje del fuegoEn el cuento El Llano en llamas[1] el epígrafe –un corrido popular- anuncia una violencia, pero sin fin, cíclica: “Ya mataron a la perra, pero quedan los perritos….” (1). En la narración de Pichón la naturaleza es descrita como sinuosa, engañadora, espejeante. Pichón tiene una concepción animista de la naturaleza. Los hombres de Pedro Zamora tratan de dormir. Los balazos y los gritos son repetidos por el eco de la barranca. “¡Viva Petronilo Flores! El grito se vino rebotando por los paredones de la barranca y subió hasta donde estábamos nosotros.” (p.160). “De repente sonó un tiro. Lo repitió la barranca como si estuviera derrumbándose.” (p.161). Los pájaros vuelan asustados, las chicharras (cigarras) chirrían de tal modo que la noción de tiempo y espacio se desdibuja cuando aparecen los federales: “No nos dimos cuenta de la hora en que ellos aparecieron por allí. Cuando menos acordamos aquí estaban ya…” (p.161); “Sentíamos las balas pajueleándonos los talones, como si hubiéramos caído sobre un enjambre de chapulines.” (p.162); “ …encontramos uno aquí y otra más allá, casi todos con la cara renegrida”. (p.164).



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Juan Rulfo
(México, 1918-1986)

El Llano en llamas
Originalmente publicado en la revista AméricaNº 64, diciembre, 1950(El Llano en llamas, 1953)

Ya mataron a la perra,pero quedan los perritos...(Corrido popular)

“¡Viva Petronilo Flores!” El grito se vino rebotando por los paredones de la barranca y subió hasta donde estábamos nosotros. Luego se deshizo. Por un rato, el viento que soplaba desde abajo nos trajo un tumulto de voces amontonadas, haciendo un ruido igual al que hace el agua crecida cuando rueda sobre pedregales. En seguida, saliendo de allá mismo, otro grito torció por el recodo de la barranca, volvió a rebotar en los paredones y llegó todavía con fuerza junto a nosotros: “¡ Viva mi general Petronilo Flores!”

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